lunes, 17 de octubre de 2011

Relato: Es el “castaño” dormilón…

Mi mirada se pierde una y otra vez tras los cristales empañados de la ventana, en esta tarde lluviosa de otoño. El aire sopla débilmente, las hojas de los árboles se despegan de las ramas, vuelan sin rumbo e inundan el suelo como una manta cálida de colores marrones, dorados, verdes, incluso con reflejos del cielo cubierto de nubes de lluvia.

La vieja estufa de leña caldea el aula. Mis chicos, así llamo yo a mis alumnos, escriben la redacción que les propuse: contadme un sueño. Mientras disfruto del silencio del aula, solo interrumpido por el crepitar de las gotas de lluvia sobre los cristales, recuerdo mi confuso pasado. Recuerdo mi vida de profesor en pueblos y aldeas perdidas entre el mar y las montañas. Sentía que la vida no me había tratado con respeto, eso ha cambiado. Ahora vivo aquí entre Ortigueira y Espasante, aquí encontré la paz que buscaba después de largos años de sufrimientos y soledad. Aquí quiero dejar pasar el tiempo disfrutando de la vida, escuchando el rumor del río Baleo y los sonidos del bosque, inhalando el aroma del campo, disfrutando del cariño de mi gente.

En la última fila, al lado de la ventana del fondo, está el chico recién llegado del este, el hijo de Teresa y Juan el sastre. Su cabeza se esconde entre sus brazos apoyados en el viejo pupitre de madera. Tiene abundante cabello ensortijado de color castaño, pantalón corto, botas raídas de color negro por las que asoman los calcetines,…., mira por la ventana y sueña,…., es el “castaño” dormilón.

Para Mónica y Alex

Elisa y Juan