jueves, 8 de septiembre de 2011

Relato: EL Castaño Dormilón (por Sevena)

EL CASTAÑO DORMILÓN
-Inténtalo otra vez - le susurró el mirlo al joven castaño, desde su timidez y la cercanía que le brindaba la rama de su querido amigo.
-¡Qué pesadito eres¡, ya te lo dije un montón de veces, lleva así mucho tiempo, no sé que le pasa.
-Anda, hazlo por mí, inténtalo otra vez.
-Valeee… por intentarlo que no quede.

Y haciendo acopio de toda su energía y generosidad, el joven castaño comenzó a agitar sus ramas en todas direcciones, como aspas que giran sin cesar al son del viento de la esperanza
¡¡BRUUMMM…BRRRUUMM…BRUUMM…!!!

-¿Ves?, ni se inmuta, duerme, duerme y duerme - exclamó el pequeño castaño recogiendo resignado parte de su tronco mientras observaba de soslayo a su vecino el viejo y noble castaño. 
La desilusión y la quietud cubrió de nuevo el frondoso lugar.
Un amanecer se iba sumando a otros amaneceres y el juego de luces y sombras se alternaba rítmicamente como las agujas de un reloj eterno.
-Venga adelántate.
-No, pasa tú que eres más veloz.
-Pero tú conoces mejor los huecos de este viejo árbol.
-¡Chicas, dejaros de tanta charla que no tenemos todo el día!
Una hilera oscura y desigual comenzaba a ascender por el viejo castaño inerte.

 -¡Aquí, aquí hay comida, cojamos de una en una, o mejor, formemos una cadena!

-¡Cuidado con los huecos inesperados, es peligroso! - alertaba la hormiga veterana conocedora de esa corteza abrupta,que amenazaba su vida diaria y que era, a su vez, la gran despensa de generaciones y generaciones de hormigas. Sus antepasadas lo sabían, como sabían también, de su famosa historia, la Enigmática Historia de ese Castaño Noble y Recio situado a un lado del sendero. Contaban que desde tiempos remotos parecía estar misteriosamente muerto puesto que, ningún animal del valle lo escuchaba ni ninguna planta del bosque lo sentía, no daba frutos y sus tres enormes anillos (laberintos circulares y mortales para cualquier hormiga que se precie) indicaban su colosal temporalidad, ese castaño dormitaba parado en el tiempo y lo peor era que NO QUERÍA DESPERTAR pues muchos ya lo habían intentado, sus convecinos y amigos y con más empeño el joven castaño que cada vez que lo miraba no dejaba de suspirar. 
   
-¡¡Aaagg…socorrooo…sacadme de aquí..estoy atrapada..!!
La ensimismada hormiga dio un respingo y dejó de pensar.
-¿No te avisé que la zona circular era peligrosa?.Agárrate a mí - le dijo sujetando con fuerza sus patas traseras.

-¿Estamos todas? - preguntó a lo lejos una de ellas.
-Vámonos, ya tenemos suficiente - contestó al unísono un grupo que sujetaba una gran carga comenzaron a descender, en orden y conformes con su botín. En ese instante el viejo castaño sintió como un cosquilleo bajaba por su ficticia columna vertebral y experimentó un pequeño temblor de vida. 
Dormía profundamente pero no serenamente, en su pernoctar se entremezclaban sueños confusos que a veces lograba entender y a veces no. Sueños que a veces lo hacían sonreír y otras muchas lo inquietaban. No recordaba cuanto tiempo llevaba así, pero sí, cuando decidió comenzar su eterno sueño.Las imágenesse repetían dentro de él como si estuviesen grabadas en el núcleo de sus entrañas, se repetían sin cesar pero no siempre en el mismo orden: aquellas personitas pequeñas, aquellas caritas embadurnadas, alborotando el aire con su llegada, sus risas, sus juegos, sus abrazos cuando lo rodeaban entrelazando sus manos y dando vueltas a su alrededor, disfrutaba escuchando día tras día sus voces, que juntas creaban un solo ritmo armónico acunando sus hojas y meciendo sus ramas con su vaivén, esas personitas que aparecían y desaparecían cobijándose todas juntas en ese gran nido que le llamaban ESCUELA, construido al otro lado del sendero, un nido alto y fuerte con grandes agujeros rectangulares que utilizaban para respirar (siempre asomaban por ellos sus cabezas) y aquella vez, recuerda, que lanzaron una gran bola, alta y veloz, que llegó hasta sus hojas más elevadas ¡qué dolor sintió!, se enfadó mucho pero inmediatamente se le pasó al ver esas expresiones indefensas, esos grandes ojos fijos en su copa esa seriedad repentina... y decidió ayudar provocándose una leve sacudida entonces la bola cayó precipitadamente al suelo (como en un tiempo remoto caían sus hermosas castañas durante el otoño) generando una inmediata explosión de vida y aplausos. Recuerda, como algunas tardes los veía correr por el campo (los observaba desde los diferentes ángulos que le brindaban sus desiguales ramas) saltar unos encima de otros, tropezar, caer…hasta que de repente aparecía una persona grande que salía del gran nido, con expresión seria y bondadosa y entonces… (como cuando el sol se nubla sin previo aviso) las personitas se apresuraban a formar dos perfectas hileras e iban entrando, de una en una, en su sólido cobijo acallando de nuevo el lugar.


Pero después… después todo se silenció con un silencio denso y oscuro.El tiempo ya no tenía el mismo compás, el gris del cielo no sólo parecía amenazar lluvia y la densa niebla que siempre velaba las hojas, cubría ahora el prado como queriendo ocultarlo de un inminente peligro. Todos los seres del bosque se preguntaban que podía suceder, pero ni las liebres, ni las arañas, ni los gorriones, ni su vecino el joven castaño…nadie, nadie, podía entender que ocurría y todos, todos, huían sin saber adónde ni por qué. No volvió a ver a las personitas pequeñas. Sí aparecían de vez en cuando otras personas grandes con caras muy feas,tristes o enfadadas,algunas parecían perdidas,otras se ocultaban inmóviles como presas asustadas que huyen de un experto e invisible cazador. Y aquellos truenos …aquellos truenos sin luz… provocados por grandes pájaros de acero que volaban sin cesar haciendo estremecer y enmudecer todo lo que dejaban a su paso… y en ese preciso instante fue cuando tomó la decisión… cuando mudaron los colores del bosque; el verde se tiñó incomprensiblemente de rojo (el mismo rojo que llevaban pegado a su cuerpo seres que cruzaban el sendero), el color de las llamas que iba transformando el paisaje, el olor de las cenizas que impedía reconocer el olor del Océano, los graznidos de los cuervos que no cesaban de narrar, día a día, vuelo a vuelo, todo lo que iban descubriendo... y fue entonces cuando lo decidió… sí, ya no quería ver, ni oír, ni sentir, no ofrecería sus frutos a nadie que fuese cómplice de todo lo que estaba sucediendo.Su naturaleza se paralizaría. Dormiría y quedaría dormido para siempre.
Y como si se pusiesen de acuerdo, el “ Gran Nido” de las pequeñas personas iba consumiéndose también, en su propio sueño y olvido.
La nada reinó en el lugar.
Transcurrieron cielos diferentes y atardeceres lentos y armoniosos.
-Puedes darle un poco más hacia atrás, aparca ya, así queda perfecto.
El ruído de un motor se apagó dejando paso a una risa entusiasta y contagiosa.
-Te lo dije,sabía que te gustaría. Ahora calla y escucha - le susurró ella rodeándolo con sus brazos.
-Escucha…
-No oigo nada.
-SShh… escucha… escucha la paz… el aire… los pájaros… escucha.
-Vamos a ver como está por dentro - le dijo él interrumpiendo el momento y cogiéndola de la mano.
Y se dirigieron hacia la antigua y abandonada construcción.
El noble y viejo castaño ensimismado en su nada, comenzó a percibir esos insólitos movimientos.
-Sentémonos allí,quiero mirar algo que está en el proyecto-irrumpió de nuevo la cálida voz de la mujer.
Se acomodaron apoyando sus espaldas en el viejo tronco del castaño mientras comenzaron a extender diferentes papeles que observaban y comentaban a la vez.
El árbol sintió un leve temblor.

-Sí,estoy contigo. Todo tiene que estar en consonancia,el equilibrio del interior,con la armonía del entorno-comentó él con una voz cuya entonación evocaba otro lugar y otro tiempo.

-¡Oh!me encanta. Eres único, es un concepto perfecto. Le daremos vida buscando esa identidad, no solo estar sino SER. 

VIDA, vida, vida…ser, ser…SER…resonaban esas palabras por todos los brotes del viejo árbol,se introducían por todos sus resquicios. VIDA. SER.

-Bueno,vámonos ya,se nos hace tarde - dijo ella poniéndose en pie-empezaremos la próxima semana, ¿te fijaste en ese viejo castaño?. Comentó de nuevo con su acostumbrada viveza y como queriendo retrasar la partida.

-Sí,lo vi tan pronto llegamos.Parece contener toda la sabiduría del lugar.
-Sí ,tiene algo…ja, ja…tiene glamour.
-Es el “señor del feudo”..
-Vale,será nuestro símbolo, pensaré en ello.

Y desaparecieron. Desaparecieron y dejaron tras si una estela cálida sobre el sendero.

Esa tarde el cielo estaba limpio y el aire cargado de promesas e ilusiones.
Algo estaba comenzando a cambiar, y así sería y así fue.

El valle y el bosque fueron resurgiendo del vacío y sumergiéndose en un bullicio de gentes atareadas que iban y venían; de elementos extraños, en colores, texturas y formas que, combinados y ordenados por diferentes manos fueron reconstruyendo el antiguo edificio formando un nuevo y sólido “NIDO” que ahora miraba de frente al viejo castaño. Este no dejaba de percibir todo lo que le rodeaba, mientras el latir de su energía retumbaba con más y más fuerza:

Sus raíces se desperezaban extendiéndose a lo largo y ancho

El transcurrir de su savia hacía vibrar sus hojas, sus ramas se enderezaron y crujieron aliviadas y su SER de árbol renació.

Deseaba estar, anhelaba ver,ansiaba oír y oyó. Oyó la fuerza del Mar que en la distancia parecía darle la bienvenida y oyó, muy cerca de él, la voz de una niña que gritaba:
-¡Mamá mira¡ el Hotel se llama “El Castaño Dormilón”.
-Si cariño ¿te gusta?, nos quedaremos aquí varios días - contestó una mujer mientras cerraba la puerta de un coche.
-Suena bien, a título de cuento. Puede que tenga algo mágico ¿no crees?.
Su madre sonrió.
Y el viejo castaño comprendió.
Ese Otoño los habitantes del lugar recogieron abundantes castañas con el fin de celebrar la ancestral fiesta del Magosto.
El rito pudo cumplirse.
La música y la amabilidad danzaron por todo el valle.

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